Construida la capilla provisoria, los Padres comienzan una obra misionera en la zona que les ha sido asignada en el barrio “Parque Centenario”. Hoy el barrio tiene calles anchísimas y asfaltadas con edificios lujosos y grandiosos, habitados por una clase media y de profesionales. El “Parque Centenario”, bien puesto, se extiende frente a nuestra iglesia, bien iluminado de noche, con sus amplios caminos flanqueados por grandes árboles ornamentales. Pero en aquel tiempo, escribe el P. Ruggiero, el “Parque Centenario era un campo abandonado, casi lúgubre y oscuro de noche, con malezas que impiden el paso y con árboles puestos desordenadamente, paradero de gatos y perros vagabundos”, mientras las calles, “a excepción de la calle Gaona (hoy Díaz Vélez), Campichuelo y poquísimas otras flanqueadas por algún modesto edificio o pequeñas casas bajas, eran polvorientas o fangosas según los casos. Solamente dos eran los edificios importantes que surgían en la calle ‘Díaz Vélez’: el hospital ‘Durand’ de regular amplitud, y el pequeño ‘Instituto Pasteur’ a los que se podía agregar la residencia de la Comisaría” .
A las condiciones ambientales en mal estado, corresponden iguales condiciones religiosas y morales de las pocas familias católicas de la zona, vividas con escasa asistencia religiosa y víctima fácil de espiritistas y “brujerías”. La participación dominical a la Misa apenas alcanza los trescientos individuos.
Es una verdadera tierra de misión a cultivar con diligente cuidado, y los Padres, con verdadero espíritu misionero, usan todos los medios obteniendo un gradual despertar de la vida religiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario